Si el General Menéndez demora una condena
anunciada y la sangrienta satisfacción que de ella emana, debe morir, aunque
sea en un hospital de cuarta.
Por José
Luis Milia
El General Luciano Benjamín Menéndez ha sido
trasladado, pese a su grave estado de salud, al penal de Ezeiza. Quizás los
jueces del TOF de La Rioja crean que el penal cuenta con un hospital de máxima
complejidad, que el General- al igual que el General Saint Jean, que en paz
descanse- será mejor atendido allí que
en cualquier otro lugar y que una vez repuesto podrá enfrentar en La Rioja-
lugar a mil ciento setenta y cuatro kms. de Ezeiza al que será llevado en una
camioneta de asientos de madera del SPF- el juicio tantas veces pospuesto.
Juicio que podría llevar a los muchachos del TOF de La Rioja a ocupar un lugar
entre las estrellas refulgentes de esa entelequia llamada justicia argentina.
La verdad es otra, salvo el último párrafo que
habla de la ansiedad de los jueces del TOF por acceder al estrellato; ansiedad
tal que antes el Habeas Corpus presentado por el Defensor Oficial del General
Menéndez, el juez se declaró incompetente para resolverlo. No lo deniega, se
borra- cometiendo una aberración jurídica- y poniendo en evidencia lo que ya
todos los argentinos saben, la pertinaz falta de cojones que sufre la judicatura argentina.
La verdad, lisa y llana es que al haberse
demorado tanto el juicio, estos lacayos togados ven escaparse de sus manos honores
y haciendas, dividendos que recibirían por entregar su honra dictando una
sentencia en la que ni siquiera ellos creen. Es así que es el General Menéndez
quien demora la venganza, es él quien por su estado de salud no permite a las
hordas juntadas ad hoc expresarse en su rastrera represalia de murga, ni que se
apiñen tres o cuatro arpías de cabezas empañaladas a expresar su rabia.
Hace tiempo que estos juicios llamados
pomposamente por algunos de “la verdad y la memoria”- cuando de verdad tienen
poco, la memoria es nula o parcializada y están ahítos de revancha- dejaron de
ser creíbles para muchos. Hoy no son otra cosa que trágicas bufonadas que serán
el embrión de más enfrentamientos entre argentinos, pero tienen la decisión
tomada que nada debe demorar las sentencias a dictar contra los integrantes de
las FF.AA. y FF.SS. Sentencias que fueron escritas el día que una pareja de
presuntos abogados- abogados que jamás hicieron un habeas corpus por algún
desaparecido y que nunca, en los años de plomo, acercaron una firma a alguna
solicitada política pues estaban ocupados en salvar su resuello y en hacer
negocios que se armaban al cobijo de una ley del proceso- descubrieron que
cualquiera que carezca de moral y de conciencia mientras se envuelva en una aureola
de izquierdismo en la Argentina puede hacer cualquier cosa, sea contra las
personas, sea contra los códigos, sea contra la Constitución.
Como la situación política se deteriora
rápidamente, como mantener la ficción de integridad de estos tribunales es cada
día más difícil, como el uso y abuso de testigos de ocasión ya ha rebasado los
límites no escritos que la indecencia leguleya suele poner, ha empezado una
carrera para terminar con presteza toda causa iniciada y poder incoar otras
antes de la debacle anunciada.
Esta es la realidad. Desde hace nueve años
sabemos que no hay derechos humanos para un militar. Si el General Menéndez
demora una condena anunciada y la sangrienta satisfacción que de ella emana,
debe morir, aunque sea en un hospital de cuarta.
1 comentario:
Me gustaría insultarte a este idolatra de la guerra, pero sólo me daré el gusto de decirte que gracias a Dios Chile y Argentina no fueron a la guerra.
General de poca monta, asesino de tu pueblo.
Viva Chile
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